¿Qué es una adicción ?
Desde el punto de vista de la salud, visión compartida también por la
psicología, la adicción no solo es un problema, sino que es una
enfermedad. Básicamente, la adicción es una dependencia hacia
una situación, actividad o sustancia, que debido al placer que
le causa a la persona que la realiza, se vuelve recurrente y después de un
tiempo de exposición, se vuelve indispensable.
Una
de las características básicas, que diferencia una adicción, de
aquellas actividades que hacemos por costumbre o hábito, es la pérdida de
control. Si ponemos de ejemplo al alcohol y la forma en que lo consumen dos
personas, tenemos que una de las personas pueden tener el hábito, de salir cada
fin de semana e ingerir bebidas alcohólicas, mientras que la otra personas
pueden sentir la necesidad de tomar cantidades grandes de alcohol todos los
días.
La
diferencia entre estas dos personas, es que una tiene el autocontrol suficiente
para mantener su deseo de bebidas únicamente en un periodo de tiempo
específico. De hecho en muchos casos el deseo jamás se le presentará en los
días de semana y tal vez hasta uno que otro fin de semana haga actividades que
no acarreen la ingesta de alcohol, sin que el deseo se presente. En el caso de
la segunda persona, el deseo se transforma en una necesidad. La persona debe
ingerir alcohol para sentirse bien y ya no está bajo su control el sí bebe o
no. Debe hacerlo y punto.
El efecto de las drogas a nuestro cerebro.
La
adicción es la necesidad compulsiva de repetir una conducta a pesar de
conocerse sus consecuencias negativas. Este es el caso de la adicción a
sustancias psicoactivas que abarcan desde el alcohol hasta los nuevos
psicofármacos ilegales.
Las
sustancias no tienen los mismos efectos en todas las personas, pero
generalmente llevan a la conducta adictiva. Este es el caso de los opiáceos,
como la heroína, de los estimulantes --por ejemplo cocaína-- y los
psicodélicos, como el LSD, entre otros. Recordemos que la comunicación entre
las neuronas del cerebro se lleva a cabo por medio de los neurotransmisores,
que tienen receptores en las sinapsis (puntos de conexión entre neuronas). Los
psicofármacos se parecen a los neurotransmisores, por lo que actúan en los
mismos circuitos, activando mensajes entre las neuronas. Es la naturaleza de
estos mensajes la que determina la acción del psicofármaco. Por ejemplo, los
opiáceos, como la heroína, actúan en los canales del neurotransmisor dopamina;
la cocaína y las anfetaminas lo hacen en los canales del neurotransmisor
noreprinefina.
RUTAS
DE GRATIFICACIÓN
Todas
las drogas estimulan las llamadas 'rutas de gratificación' en la región
limbo-cortical del cerebro. Este proceso, producto de la evolución, premia las
funciones indispensables para la supervivencia. Alimentarse o reproducirse son
gratificantes: si no lo fueran, la especie desaparecería.
Los
neurotransmisores son los encargados de estimular este mecanismo. Al actuar
sobre sus receptores y mecanismos de absorción, las drogas producen la
'gratificación'. A la administración de la droga que estimula una parte de la
ruta de gratificación se le llama 'refuerzo' y habitúa al organismo a requerir
más. El refuerzo crece en proporción a la cantidad de droga, su concentración y
la velocidad con que llega . La obtención de una gratificación inmediata
altera con el tiempo el circuito que produce la excitación y sensación de
bienestar.
La
adicción supone dos procesos simultáneos: énfasis en una conducta determinada y
disminución de las conductas de control. El drogadicto va perdiendo los
mecanismos de control y eventualmente deja de lado la comida, el sexo y hasta
el sueño, por mantener acceso a la droga. La parte del cerebro dedicada al
primer propósito se vuelve cada vez más selectiva, buscando estímulos y
recompensas, mientras que la parte del cerebro encargada de inhibirlo se vuelve
menos eficiente. Algunos neurólogos lo comparan a un auto que se acelera,
mientras sus frenos se deterioran. Se cree que un circuito específico del
cerebro llamado mesolímbico (en medio del límbico) dopaminérgico (activado por
la dopamina) desempeña un papel crucial en el aprendizaje de la conducta que
recibe 'en recompensa'.
Este es
un conjunto de fibras que contienen dopamina y se conectan en la llamada 'área
ventral tegmental' (VTA), que también participa en la recompensa a otros
estímulos, como el sexo o comer dulce.
El
consumo de drogas eleva el nivel de dopamina en esta región, ya sea por acción
directa de los opiáceos o impidiendo la reabsorción de la dopamina con cocaína.
El aumento crónico de los niveles de dopamina reduce el número de receptores
disponibles para regularla. Esto produce una menor respuesta a la droga,
disminuye la gratificación y requiere dosis cada vez mayores.
LA
ABSTINENCIA COMO CONTROL O "CURA" DE LA ADICCIÓN.
La cura
para la adicción de cualquier droga es la abstinencia, que desgraciadamente
nunca es fácil y tiene diversas consecuencias. El proceso descrito que lleva a
la adicción generalmente se revierte ante la ausencia de la droga, siendo las
consecuencias diferentes de acuerdo con el tipo de droga. Conocido desde la
antigüedad es el 'Delirium tremens', los 'diablos azules' de los alcohólicos,
que aparece entre 18 y 24 horas después de interrumpido el consumo, causando
temblores y alucinaciones, que puede ser mortal hasta en 35% de los casos si no
es tratado.
En el
caso de los estimulantes (cocaína, benzodiazepina, entre otras), la caída en la
actividad de la zona límbica del cerebro causa depresión y ansiedad, pudiendo
llegar a la paranoia. En el caso de las nuevas drogas recreativas, que combina estimulantes con alucinógenos, opiáceos y psicodélicos, las consecuencias
pueden ser impredecibles y alcanzar niveles dramáticos. La ansiedad y la
desesperación por obtener droga llevan a conductas extremas. La severidad de
los síntomas de abstención guarda una relación directa con el tiempo y la
intensidad del uso.
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